martes, 13 de febrero de 2018


Confesiones de un micrófono

Por: Víctor González Solano

Hace unos días, encontrándome en un estudio de grabación en las primeras horas de la mañana, oí un ruido extraño, como de alguien que se quejara; como quiera que estaba solo en aquel sitio, comencé a buscar de dónde partían los gemidos. Después de mucho buscar, me quedé sorprendido al ver que los lamentos partían de un micrófono que se encontraba allí. Con natural curiosidad me acerqué a interpelarle. A mis preguntas el micrófono me confesó que se encontraba harto de que abusaran tanto de su nobleza, sobre todo porque era un ser indefenso. Me dijo: “Todos abusan de mí porque me ven pequeño y saben que me tengo que tragar todo lo que digan, echándome el aliento, que no siempre huele a rosas…”

Cuántos animadores, que dicen que lo son, babosean  ante mí, gesticulando de una manera rarísima y queriendo hacer gracia al auditorio con unas palabras sin gusto a costa del concursante que sube al escenario con la esperanza de ganarse cualquier premio.

Locutores tengo ante mí al cabo del día y la noche de los cuales ni los dientes se lavan: salvo muy honrosas excepciones. Los hay muy malos, que escupen palabras irrespetuosas hacia sus oyentes, chistes vulgares. Que no hablan, gritan.  Con nada de modulación como lo exigen las normas elementales de la locución. Ay, para mí es una tortura tener que soportarlos. No entiendo cómo hay personas que los escuchan. No, y qué decir de aquellos locutores que se creen cantantes y cortan las canciones originales para ellos, en una espantosa desafinación, interpretarlas. No les da pena.

De cantantes no hablemos: los hay que no tienen de eso ni el nombre y que ni siquiera tienen cuadratura musical. Vienen a ponerse ante mí
muchos extranjeros que tienen gran fama; sin embargo, por mi intermedio han oído a muchos colombianos que son muy buenos pero que hoy en día se ven desplazados por una ola de esnobismo que no sé a dónde nos llevará.
Cuántos locutores de comerciales graban ante mí y la verdad es que están para mandarlos a vender plátanos en el mercado. Si yo pudiera les diría que se dedicaran a otra cosa. Empero, escucho a otros muy buenos que, las más de las veces, se encuentran sin trabajo, mientras que los malos a que me refiero lo tienen a causa del favoritismo.

Y cuántos locutores y comentaristas deportivos me ensordecen con sus gritos y casi me destemplan y me hacen distorsionar. De todo esto seguiría hablando, pero ahora va a venir el técnico para llevarme de aquí y si me oye en el uso de la palabra es probable que me archiven por inservible porque dirá que tengo “hum”…

Y eso fue lo que me confesó un micrófono, lamentándose de su mala suerte, una mañana que me encontraba solo en un estudio de grabación.  #DiaMundialDeLaRadio

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