jueves, 12 de septiembre de 2013

Víctor Jara, el hombre del canto libre

Víctor Jara, el hombre del canto libre

Por: Víctor González Solano (*)

“Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”

Alí Primera




La rabia de los carabineros se sació en las manos del cantante, las destrozaron para que nunca más volviera a tocar su guitarra. Como al Nazareno,  lo patearon, lo escupieron, lo humillaron, pero como ese mismo sacrificado sagrado Víctor se mantuvo en pie, con su frente erguida. Había que acabarlo, era un peligro. Sí, el hombre que le cantaba a la esperanza y la ternura y cuyas únicas armas eran su guitarra y sus canciones, representaba un peligro latente para la nueva junta militar que acababa de asesinar la democracia del país austral.

Las estructuras del antiguo Estadio de Chile (hoy Estadio Víctor Jara), punto escogido para torturar y matar a todo aquel que oliera a Allende, a comunismo, fue lo último que los ojos del cantor vieron, además del rostro de la muerte que con odio se reflejaba en los soldados que cumplían al píe de la letra y complacientes las órdenes de sus superiores. 

El día que Augusto Pinochet  usurpó el poder  al gobierno de la Unidad Popular,  Víctor se encontraba en la Universidad Técnica del Estado (UTE), la actual Universidad de Santiago (USACH), en la que se desempeñaba como docente.  Aquel recinto estudiantil fue invadido por el ejército que con fuerza y disparos procedió a detener a alumnos, profesores y personal administrativo, para luego trasladarlos al estadio, lugar que los militares habían convertido en un campo de concentración. Cuando un oficial lo identificó lo golpeó fuertemente y le gritó: “Yo te enseñaré, hijo de puta, a cantar canciones chilenas, no comunistas”. De inmediato lo separaron del grupo y lo llevaron a otro sitio para proceder a torturarlo. 


Cuentan quienes estuvieron con él en el estadio y lograron salir con vida que el cantor jamás se doblegó ante los militares muy a pesar de las torturas. Lo amenazaban constantemente con matarles a sus hijas y a su esposa, pero Víctor mantuvo su dignidad intacta.

El 16 de septiembre muchos detenidos en el estadio fueron liberados, pero Víctor no corrió con la misma suerte. Lo llevaron a un subterráneo y allí lo acribillaron. Recibió 44 tiros. Además tenía varias fracturas en sus huesos producto de los golpes que le propinaron. El cadáver fue reconocido de entre tantos muertos por su esposa Joan. Tenía un papel pegado en el pecho que decía: “Cadáver de un desconocido encontrado en la calle”.  A su funeral solo asistieron dos personas ya que la difícil situación que se vivía en ese momento en Santiago no le permitió a Joan avisarle a nadie y le tocó enterrarlo enseguida en el cementerio al lado de la morgue.


Héctor Herrera,  ex funcionario del Registro Civil de Santiago de Chile, cuenta, 40 años después, como encontró el cuerpo de Víctor: “Salimos de la casa de Joan en una camioneta pequeña, llevaba en sus manos un poncho andino. Llegamos a la morgue. Había militares en la entrada. Me hicieron pasar y dije que Joan era funcionaria. Ella se sobrecogió con el espectáculo de muertos. No estaba el cuerpo de Víctor en el lugar donde lo dejé. Pregunté a otro funcionario, subimos una escalera llena de cadáveres en el suelo. Unos 30 cuerpos más allá estaba Víctor vestido con la misma ropa: jeans, camisa azul y una campera de mala calidad que alguien se la prestó porque le quedaba chica. Joan lo ve. Lloró en silencio, no gritó. Lo abrazó y acurrucó. Trató de limpiarlo un poco. Yo vigilaba; si nos pillaban, no sé qué nos hubiera pasado”.

Estando en el estadio Víctor le habló a su amigo Boris Navia, preso con él, del amor que sentía por su esposa Joan y sus hijas Manuela y Amanda y escribió, en un cuaderno que los soldados le habían dado a Boris para que anotara los nombres de las personas que estaban con ellos, su ultimo poema titulado ‘Somos cinco mil’, también conocido como ‘Estadio Chile’.

“Somos cinco mil en esta pequeña parte de la ciudad. /Somos cinco mil/ ¿cuántos seremos en total en las ciudades y en todo el país?/ Solo aquí diez mil manos siembran y hacen arder las fábricas. / ¡Cuánta humanidad con hambre y frío, pánico, dolor, presión moral, terror y locura!/ Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas/ Un muerto, uno golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano”.

Paradójicamente aquel estadio donde fue asesinado Víctor Jara había sido años atrás, en 1969 exactamente, lugar de regocijo para el cantante, pues ese año ganó el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena con el tema, “Plegaria a un labrador”.


Víctor Lidio Jara Martínez  nació en la provincia de Ñuble, hijo de campesinos, Manuel Jara y Amanda Martínez, una excelente cantora. (Víctor tomó los nombres de sus padres para los personajes de su famosa canción ‘Te recuerdo Amanda’). Además de músico y poeta era un extraordinario  bailarín y director de teatro. Discípulo de la gran folclorista Violeta Parra quien lo acogió y lo guió en su vida como cantante. Su obra musical es extensa y se destacan títulos como ‘Canto libre’, ‘Te recuerdo Amanda’, ‘El cigarrito’, ‘Paloma quiero contarte’, ‘Vientos del pueblo’, ‘Ni chicha ni limoná’, ‘Plegaria de un labrador’, ‘Manifiesto’, ‘Cuando voy al trabajo’, ‘Luchín’, entre otras.



Joan Tuner, ex bailarina londinense, se casó con Víctor  en 1954. Hoy tiene 85 años y la llaman la tenaz guardiana de la memoria de Víctor Jara. Vive sola en la misma casa que habitó con su esposo. No se ha vuelto a casar y no le gusta escuchar las canciones de su marido en casa por dos razones, porque le produce pena escucharlas sola y porque está medio sorda. Se siente cansada pero no declina porque su compromiso con Víctor y la gente que le ama son hasta el día de su muerte. Ella describe a su esposo como un hombre lleno de nobleza, que vivía para el canto,  el cual había convertido en su mejor arma para combatir las injusticias que afectaban a su pueblo. “Era como un niño grande al que le encantaba jugar con los chiquillos del barrio. Era noble y generoso en todo el sentido de las palabras, siempre llenó mi vida de mucho calor humano”, afirma Joan.
Hoy, 40 años después de su muerte, Joan, junto a sus hijas Manuela y Amanda se han encargado de mantener vivo el legado político y cultural del autor del canto libre a través de la Fundación Víctor Jara donde realizan diferentes actividades culturales, políticas y de apoyo a los necesitados.

El año pasado un juez de Chile ordenó la detención de ocho ex oficiales del Ejército, acusados de ser los autores y cómplices del asesinato de Jara. De igual manera la semana pasada la familia de Víctor presentó ante un tribunal del Estado de Florida, EE.UU., una demanda contra el exoficial del Ejército Pedro Pablo Barriento Núñez, acusado como uno de los autores de su asesinato. Barrientos, que actualmente reside en Deltona, Florida, ha sido demandado por delitos de tortura, asesinato extrajudicial y crímenes de lesa humanidad.


El pueblo chileno y el latinoamericano mantiene intacto sus recuerdos y su cariño hacia él. Sus canciones siguen sonando, las nuevas generaciones de cantantes las han tomado para adaptarlas a otros ritmos como el rock, el jazz y el hip hop. El roquero estadounidense Bruce Springsteen,  que estuvo  de visita por estos días en Chile, durante una prueba de sonido ante miles de periodistas dejó aflorar su admiración por Víctor: "No me di cuenta que vendríamos tan cerca del aniversario, porque tengo recuerdos personalmente (…)  Víctor Jara es un músico muy potente y a la vez es una experiencia muy importante para nosotros, los músicos que escribimos canciones políticas".


Con motivo de estos 40 años sin Víctor son muchos los eventos que se han programado en todo el mundo para recordar al eterno cantautor. El Centro Cultural Gabriela Mistral, uno de los más importantes escenarios de Santiago, ha programado el espectáculo  ‘Víctor sin Víctor Jara’, una cantata impulsada por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos que convoca a 40 personas en escena, entre las que se encuentran varios actores chilenos.



Víctor se quedó eternamente joven y con una sonrisa ancha y generosa en el corazón de los chilenos, en el corazón de quienes amamos su obra musical, teatral y política. De quienes nos identificamos con su canto libre.

(*) Director y presentador del programa radial Viaje Latinoamericano. Vigoso@gmail.com

2 comentarios:

Roberto Aguirre Maturana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Roberto Aguirre Maturana dijo...

Hola, podrías indicar cuál es la fuente de la versión colorizada del retrato de Victor Jara?

Atentamente,
Roberto Aguirre Maturana
Administrador del grupo de Facebook Chile - Fotos Antiguas Colorizadas