Feliz
cumpleaños Pablo
Por: Víctor González Solano
(*)
“El tiempo pasa, nos vamos
poniendo viejos…”
Toda la vida Pablo Milanés
ha estado obsesionado por el tiempo, atento al discurrir de la vida, preocupado
porque envejecer es posiblemente la más cruel pero romántica ley de la vida. A
pesar de que todo se refleja en su obra musical y poética, y aunque hace algún
tiempo no aceptaba que los años son nuestra más inseparable compañía, Milanés
actualmente admite con gallardía y le saca el mayor provecho a esta verdad.
Contrario a lo que dice su canción, el amor si lo refleja, hoy a sus 70 años,
mejor que ayer.
Pedro Pablo Milanés Arias
es, hoy por hoy, una figura representativa de lo más autentico de la nueva
canción cubana, esa que nació con la revolución y que bautizaron con el nombre
de “Nueva trova cubana”. Alquimista de la vieja y la nueva trova, este músico
ha sabido conjugar perfectamente ambas escuelas para crear un estilo personal
que refleja su amor por el Son y el “Filin” (un termino con tantas acepciones
que solo sus múltiples significados capturan su esencia, pero que, en términos
prácticos, vendría a ser una renovación de la canción nacional cubana cuyo sincretismo tiene como madre a la
más caribeña de las ciudades de área: Santiago de Cuba y la vieja trova
santiaguera) al que perteneció por convicción. Hoy, cuando la vida le ha
permitido recorrer distintos caminos y recoger muchas experiencias, agradece a
su madre, una humilde modista de Bayamo – Pablo nació allí un 24 de febrero de
1943 -, el obligarle a asistir a todos los programas radiales de aficionados y
hacerle cantar delante de todas las visitas que llegaban a su casa, a pesar de
que, en esa época, él solo anhelara jugar a la pelota como cualquier niño de su
edad. Su apellido Milanés, pertenecía a la hija de un acaudalado terrateniente
de Bayamo que en el siglo XIX se enamoró de un negro esclavo, lo que le da
pie para afirmar, entre bromas, que en
su vida las mujeres mandan.
El trovador reconoce que no
tuvo una formación musical real porque siempre abandonaba los estudios. Sus
mayores conocimientos los adquirió en el Centro de Experimentación Sonora con
Leo Brouwer, guitarrista, compositor, arreglista y director de orquesta. Lo
cubano, que es lo que le gusta, lo aprendió de los viejos y trasnochados
trovadores de esquinas que le enseñaron como se tocaba el son. “Esas
enseñanzas se me grabaron en el alma
para siempre” afirmó en una ocasión.
Corre el año de 1959, el de
la Revolución cubana, y la fecha se toma como punto de partida de su carrera
musical con el Cuarteto del Rey, el cual abandona más tarde para dedicarse a
cantar solo. El Saint John, El Karachi, o el Gato negro, fueron algunos de los
lugares donde Pablo interpretó sus canciones y las del “Filin”, al principio de
su carrera. Precisamente a pocos meses de prestar el servicio militar, se vincula a Los Bucanero, un grupo de
reconocida trayectoria en La Habana.
En la actualidad el músico vive
en La Habana. Padre de ocho hijos, se ha casado cuatro veces y mantiene una
excelente relación con sus exmujeres como con la Revolución cubana y un régimen
que defiende pero al cual critica sus errores. Sobre los cubanos exiliados en
Miami afirma que “todos somos hijos de la misma tierra”. Auto declarado ateo,
dice dejar abierta la posibilidad de que algún día, antes de morir, sea un
creyente. De esta manera, remata, “para convencerme de que voy a la gloria en
lugar de ser un pobre miserable ateo que sabe que se lo van a comer los
gusanos”.
Amigos de la buena música,
Pablo Milanés enumera entre sus influencias musicales a las rancheras, los
viejos trovadores, Lucho Gatica, María Teresa Vera, Miguelito Cuní, Benny Moré,
Los Beatles, y hasta el vallenato. Del otro lado del espectro ha trabajado con
artistas como Chico Buarque, Simone, Caetano Veloso, Milton Nacimento, Mercedes
Sosa, Silvio Rodríguez, Víctor Heredia, Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute,
Guadalupe Pineda, Víctor Manuel, Ana Belén, Piero, Lilia Vera, Caco Senante,
Andy Montañez, entre otros.
Precisamente hace algún
tiempo fue objeto de un gran homenaje recogido en un CD doble titulado “Pablo
querido”, en el que participan excelentes amigos suyos como el Nobel Gabriel
García Márquez, Francisco Céspedes, Joaquín Sabina, Maná, Illapu, Tania
Libertad, Armando Manzanero, Gal Costa, Marco Antonio Muñiz, Ricardo Arjona, Juan Formel y los Van van,
Fito Páez, Soledad Bravo, Eugenia León, Lucecita Benítez, Iván Linns y Alberto
Cortéz.
Tiene a su haber cerca de
cuarenta discos amén de varias obras colectivas.
Las impresiones sobre su
música pueden dar para escribir un libro completo, pero podría decirse que sus
canciones poseen contenido. Sencillas aunque no simples, son capaces de llegar
a cualquier público. En su recorrido por el pentagrama es solidario, pesimista
algunas veces y optimista en el mayor de los casos. El amor, el engaño, el
dolor, la rabia, la ternura, la alegría y la esperanza son elementos esenciales
en sus creaciones. Son tan incontables los temas como las canciones que
Milanés, además, ha compuesto para el cine cubano.
Sus canciones exhalan un
erotismo sencillo, cotidiano, que se ajusta a la belleza de la metáfora: “Déjame repasar tus accidentes / detenerme
a palpar cada medida / humedecer tus ojos y tus fuentes / y penetrar al fondo
de tu vida” (‘Comienzo y final de una verde mañana’).
Pero también una belleza e
imaginación envolvente que demuestra la pureza del erotismo: “Que más puede ofrecerme / ese cuerpo
desnudo / que una hermosa sesión / de locura de amor / Quiero morir debajo de tu piel / voy a vivir para que pueda
ser” (‘Ser y no ser’).
Pablo no es ajeno al dolor
de nuestro continente, y su sentimiento de solidaridad y respeto se palpa en el
tema ‘Yo pisaré las calles nuevamente’, en
donde plasma un sentimiento mezcla de ira, dolor y esperanza: “Yo pisaré las calles nuevamente / de la
que fue Santiago ensangrentada / y en una hermosa plaza liberada / me detendré
a llorar por los ausentes”.
Y es que el derrocamiento
del mandato de la Unidad Popular en Chile por parte de los militares en 1973 lo
afectó tanto que, además de la anterior canción, Pablo compuso esta emotiva,
sentido y dolorosa página a su amigo Salvador Allende en su combate por la
vida: “Que soledad tan sola te inundaba /
en el momento en que tus personales/
amigos de la vida y de la muerte / te rodeaban/ jamás un pensamiento /
de pluma y palabra / de vino en tan fuerte adalid / Cesó por un momento la
existencia / morías comenzando a vivir”.
Es “Yolanda”, la obra
clásica de amor de Pablo, espacio donde se ubican, como en el poema de Martí,
los versos sencillos para la mujer que lo llena todo. Más que una canción es
una verdadera declaración de amor: “Si
alguna vez me siento derrotado / renuncio a ver el sol cada mañana / rezando el
credo que me has enseñado / miro tu cara y digo en la ventana: Yolanda,
eternamente Yolanda”.
Pablo Milanés, un hombre de
70 años que vive el presente y lo comparte con el público, que no vive para el
futuro ni para quedar en la historia. Un poeta con sangre guerrera que lucha
con su música por la vida y la unidad latinoamericana, sin preguntarse nunca
cuánto ganó o cuánto perdió. Siempre
consiente que no vive en una sociedad perfecta. Un romántico que disfruta el
comienzo y final de una verde mañana, que sueña con la novia que nunca ha
tenido. Y aunque sabe que ya se va aquella edad los días de gloria seguirán
llegando. Aun así, Pablo pone en la tierra sus pies para besar a Yolanda,
Aydee, Sandra, y decir con autenticidad y en nombre de los nuevos: Buenos días
América, aquí me quedaré porque mi propuesta es de este tiempo de amor. Feliz
cumpleaños Pablo.
(*) Director y presentador del programa radial Viaje Latinoamericano.
Vigoso@gmail.com
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