Benny
Moré,
hoy
como ayer 50 años después.
Por: Víctor González
Solano
(*)
Los
héroes mueren jóvenes.
Nicolás Guillén
La primera vez que escuché
al Benny Moré fue en la casa de mi tía Rosa. Ella tenía un radio Philips que,
cuando no estaba sintonizado en Emisora Riomar para escuchar las radionovelas, estaba sintonizado en Radio Reloj para escuchar música. Aquella
canción que sonó con el clásico ruido del "scratch" de los discos de
vinilo de la época, me produjo algo de nostalgia. Era un bolero, que aun hoy,
me produce lo mismo. La voz de aquel cantante tenía magia y era como si Dios cantara a través de él. A pesar de mi corta edad aquellas canciones me
gustaban. Cuando terminó la canción, el locutor de turno, con voz grave,
anunció el nombre del tema y su interprete: “Acabamos de escuchar al Bárbaro
del ritmo, al cubano Benny Moré con el tema de Ernesto Duarte Como fue”. Desde
aquel momento Benny se quedó para siempre en mi gusto musical.
Ya musicólogos, biógrafos,
periodistas, cineastas y hombres de cabellera plateada han descrito con exceso
todo cuanto al parecer podría ser la síntesis de ese fenómeno musical. De ahí
que no pretendamos consignar nada que posiblemente no haya sido dicho ni mucho
menos sentar cátedra, ni dogmas de fe. Tan solo queremos rendir un homenaje a
quien se marchó hace medio siglo pero que nos sigue deleitando a través de su
cubanía, su sabor, su música.
Gracias a esos documentos
fílmicos en blanco y negro y a la descripción exacta de quienes tuvieron la
dicha de conocerle y disfrutarle sabemos que en verdad era un bárbaro. Que en
el escenario se entregaba, que su gracia era inigualable, como inigualable era
su forma para dirigir a los muchachos de su banda gigante, de su tribu, a sus
“babies”. El Benny revolucionó la manera
de dirigir y hacer música en la Cuba de su época con su estilo único, compuesto
de ese toque mágico, de esa alquimia de movimientos, expresiones y gritos
suigéneris entre todos los músicos del Caribe. Sin embargo, son muchos los
músicos y cantantes modernos en quienes es fácil advertir rasgos notorios del
estilo empleado por el hijo de Santa Isabel de las Lajas, que no leía ni escribía música, pero que era un
genio en lo musical.
A
las siete de la mañana del domingo 24 de
agosto de 1919, en el populoso barrio de Pueblo nuevo de la ciudad de Santa
Isabel de las Lajas (Provincia de Cienfuegos), en el centro de Cuba, de las
entrañas de Virginia Secundina Moré, como parto prodigioso, surgió Bartolomé
Maximiliano Moré Gutiérrez, descendiente
de un rey Congo.
El
Benny estudió su primaria en la Escuela de instrucción pública José de la Luz y
Caballero. Desde muy niño trabajó. Lo hizo como vendedor de hierbas
medicinales, frutas y verduras. Luego se
empleó como cortador de caña. Aquellos sueldos le permitieron ahorrar para comprar
su primera guitarra. A partir de ese momento la música, como un demonio, se le
mete en el cuerpo y el espíritu. Comienzan entonces sus andadas por bares y
cantinas donde deleitaba a los borrachitos que al final le llenaban el sombrero
de monedas y billetes. También en muchas ocasiones fue expulsado de los sitios
nocturnos de la elite habanera por el color de su piel. Aquella humillación
poco le afectó. El Benny quería más y por eso decide presentarse en el programa La corte suprema del arte de la emisora CMQ, donde realizaban un
concurso para aficionados del canto. A pesar de que en su primera presentación
la campana que descalificaba al concursante sonó antes de que el Benny
terminara su primera estrofa, esto no fue motivo para no probar de nuevo. Días
más tarde, en su segundo intento, logró
el primer lugar. El Conjunto Cauto, que dirigía el tresero Manuel Mozo Borgellá, lo reclutó y lo paseó por diferentes sitios
nocturnos de la Habana.
Miguel
Matamoros, director del Conjunto Matamoros, se indispuso horas antes de una
presentación. Siro, integrante del conjunto, que conocía a Benny Moré, le
sugiere a Miguel que lo llame para que lo remplace aquella noche. Benny, por
supuesto, se sobra en su presentación y Matamoros queda gratamente
impresionado, hasta el punto de dejarlo como cantante de planta. Su vinculación
con el Conjunto Matamoros sería por varios años. Con este grupo se da su inicio
como cantante profesional. Sus primeras grabaciones con Matamoros fueron
Penicilina, de Alberto Valdés; Malos vecinos y Ofrenda criolla, de Miguel
Matamoros, y Mexicanita, de Nené Enrizo. Cuando Benny escuchó por primera vez
su voz en una grabación quedó muy sorprendido.
A
mediados del año 1945 el conjunto Matamoros viaja a México para varias
presentaciones. Estando en México,
Rafael Cueto, otro de los integrantes del grupo, le sugiere al Benny que se cambie
el nombre ya que Bartolomé no es nada artístico y además, en México llamaban
Bartolo a los burros. Entonces decide llamarse Benny en homenaje al famoso
clarinetista Benny Goodman a quien el bárbaro admiraba. El conjunto Matamoros
regresa a Cuba pero Benny se queda en México donde hace inolvidables presentaciones
en los sitios de diversión más famosos. Igualmente graba varios discos con
orquestas como las de Dámaso Pérez Prado, Rafael De Paz, Chucho Rodríguez y Mariano Mercerón. Es México, sin lugar a
dudas, el país que lo lleva al pináculo de la fama.
Cuando regresa a Cuba, en 1950, ya era famoso en
varios países de Latinoamérica. Sin embargo, en su tierra era poco
conocido. Con el tema “Bonito y sabroso”
conquista a sus paisanos y se reafirma como esa gran estrella que hasta el día
de hoy sigue iluminando el universo musical de Cuba y todo el Caribe.
Benny cantó por muchos años con la orquesta de
Ernesto Duarte, quien no lo llevaba a las actuaciones de los sábados y domingos. Aquello llenó de desconfianza
al Benny quien descubre que el motivo por el cual Duarte no lo lleva los fines de semana es por su condición de
negro. La ira y el dolor se apoderan de él y decide irse de la orquesta y así fundar su propia
banda. Nace entonces La banda gigante.
El 3 de agosto de 1953, La banda gigante debuta en el reconocido programa Cascabeles
Candado, de la CMQ Radio. Y comienza el lajero a escribir su propia historia como músico independiente.
Giras por muchos países, reconocimientos por montón, pero nada de aquello permitió
que su humildad, desconectada por completo de falsas modestias, cambiara.
Si bien no
grabó con la Sonora Matancera, porque según Leonardo Acosta al Benny la Sonora
nunca le había sonado, hay quienes manifiestan que sí cantó con ella. Hay
testimonios de muchos de los integrantes del conjunto de Rogelio que lo
afirman, inclusive, su compadre y amigo Chocolate Armenteros lo corrobora.
El color de su piel le impidió entrar a los salones
de la alta sociedad cubana. Hasta los grupos culturales y letrados de afro
descendientes lo rechazaron por considerarlo una mala imagen
de su raza. Pero el Benny se abrió camino por sí solo, con mucho empeño,
sabrosura, criollismo y, sobre todo, mucha humildad.
Sus largas jornadas nocturnas lo llevan a
alimentarse mal y a consumir mucho licor. Aquello hizo mella en su salud hasta
el punto de adquirir una cirrosis
hepática que se lo llevó de este mundo a las 9:15 de la noche del martes 19 de
febrero de 1963. Aquel día llenó de tristeza al pueblo cubano, una tristeza que,
después de medio siglo, permanece en el
aire de la Isla de Martí, una tristeza que no se apaga ni con las canciones del
mismo Benny. Su tumba fue declarada en el 2009 Monumento Nacional y en ella se
lee, a manera de epitafio, una frase de la canción que dedicó a su villa natal:
"Benny Moré, Lajas, mi rincón querido, pueblo donde yo nací”.
A raíz de su temprano deceso el poeta Nicolás Guillen
escribió: "...nace ahora en su muerte para no morir más
el hombre a quien toda Cuba ha llorado ‘con lágrimas que mojan’, pero cuya voz
suena como nunca, sin parar ni apagarse en el aire nuestro de cada día."
Hoy, después de 50 años de haberse detenido su
corazón antillano, algunas personas cuentan que lo han visto pasearse en las
noches habaneras por el Malecón, con sus
pantalones bataholas, sus zapatos
de dos tonos, su sombrero alón y su bastón de latón. Cuando se pregunta a quienes afirman haberlo visto que
cómo es la cosa, solo te responden: “La verdad chico es que yo no sé como
explicártelo, solo sé que el Benny, hoy como ayer, sigue aquí, encantado de la vida”.
(*) Director y presentador del programa radial Viaje Latinoamericano. Vigoso@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario