Fredy
Molina, 40 años de un sensible adiós
Por: Víctor González Solano (*)
No voy a Patillal, porque me mata
la tristeza,
al ver que en ese pueblo, fue
donde murió un amigo mío…
Armando
Zabaleta
La luna
patillaleradel viernes 15 de octubre de 1972, esa luna a la que Fredy Molina le preguntaba
por qué había sufrimiento, como que
presentía algo, pues su luz no era tan brillante como la de otras noches.
Era una parranda
como otras tantas, la música reinaba, el licor calentaba las gargantas, los
cuentos tomaban la palabra y la poesía
se posaba en la voz de aquel poeta que, inspirado, regalaba sus versos a la
noche.Una parranda al arrullo del viento frío que bajaba de la sierra y
pareciera que allí se quedaba como disfrutando del bohemio ambiente.Pero lo que
nadie sospechaba era que la indeseable muerte, esa que siempre llega sin ser invitada,
había decidido participar también de aquella reunión.
Fredy comentaba
con entusiasmo el éxito de una de sus canciones y dejaba entrever lo que su generoso
corazón le estaba dictando para su próxima creación. Todo era alegría, aunque
la luna patillalera no brillara igual que siempre. El reloj ya había saludado a
la madrugada y los amigos le pidieron al compositor que los deleitasecon sus
canciones. Fredy, noble y complaciente como era, decidió regalar sus
canciones a sus amigos. Entonces se
levantó para buscar a su hermano Aldo que había estado con ellos, pero que
había decidido marcharse. A Fredy le gustaba que su hermano lo escuchara
cantar.Caminó algunos pasos, cruzó la calle y llegó a la casa de su hermano. Tocó
la puerta y un disparo seco rompió el silencio de la madrugada. Todos corrieron
y se encontraron con su amigo tendido en el piso bañado en sangre. La angustia
y la desesperación comenzaron a reinar. La noticia se regó como pólvora y
todo el pueblo se levantó.El joven compositor no alcanzó a llegar con vida al
hospital en Valledupar. La muerte, la
maldita muerte, despiadada e indiferente a los sentimientos de los hombres, se
había aprovechado de que Aldoera sonámbulo y armó su macabra obra. Cuando Aldo
se levantó y se enteró de lo sucedido intentó acabar con su vida pero
familiares y amigos se lo impidieron. Cuentan que siempre vivió con ese dolor,
que nunca lo superó.
Años más tarde Aldo fue secuestrado por un grupo
subversivo y posteriormente asesinado.
Patillal es un
pueblito que se deja acariciar por el viento frío de la Sierra Nevada. Cuna de
grandes personajes comoel pintor Jaime Molina y los compositores
Rafael Escalona, César Molina,Octavio Daza, Víctor Daza, José Hernández
Maestre, José Alfonso 'El Chiche' Maestre, José María 'Chema' Guerra y Julio
García, entre otros. Un pueblitopor donde caminó Juana Arias vestida de negro y
muy elegante buscando a su nieta, lapechichona, la consentida. Por donde
transitó Mauricio Daza ‘Ariche’ con el ‘Ronca’ y Sara Dazacompartiendo su
sabiduría y bautizando pelaos.Allí, en ese pueblo de cielo abundante, nació Fredy
de Jesús Molina Daza el sábado 4 de agosto de 1945. Hijo de José
Amiro Molina Gutiérrez y Doña Eloísa Daza ‘la niña Icha’ como la llamaban
cariñosamente. De niño aprendió a conocer las letras guiado por el profesor
Calderón. Su niñez transcurre en medio de la inocencia y la alegría. Con sus
primos y amigos iban en burro a la Malena a hacer casimbas para robarle el agua
cristalina que ésta esconde. Cuando la noche estaba clara era surcada con las
notas que el compositor le extraía a su concertina, un instrumento que ejecutaba
a la perfección. Ya de mayorcito se marcha a Valledupar a estudiar.Sus amigos
lo recuerdan como una persona noble,
tranquila y muy alegre. A veces se adentraba en un silencio que lo
aislaba por momentos. Enamorado de la vida y de las mujeres. Cuando la muerte
decide tomarlo de la mano Fredy contaba con tan solo 27 años.
El cantor de la
Malena impregnó sus cancionescon los elementos que conforman el paisaje de su
tierra. Su pluma sencilla le cantó a los
ríos Cesar, Guatapurí, Badillo, a los indios, la Sierra, los cerros, a la luna
patillalera, las mariposas, al amor, al desamor, a las mujeres, al silencio
sensible de la montaña, al pájaro que vuela alegre, al que vuela herido, a los
recuerdos de la niñez, a la ansiedad que titila al oír un son de Gustavo
Gutiérrez,a la Malena, a los amigos, a la brisa, a una casita en la sabana, al
frío de la Nevada, a los viejos compositores, a las noches tristes, al profesor
que le pega por llegar tarde al colegio, a la Virgen de las Mercedes, a la indiferencia de una mujer, a los cabellos
negros y la mirada serena de una novia.
A pesar del poco
tiempo que la vida le dio, Fredy alcanzó a sembrar bellas canciones en el
jardín musical de nuestro folclor, canciones que aún hoy siguen floreciendo. Amor
sensible, Dos rosas, Los novios, Adiós noviazgo, Tiempos de la cometa, El
indio, A nadie le cuentes, La totumita, Noche clara, La verdad, Cristina,
Buscando un nido, Adiós a mi pueblo, Noche de amor,Indiferente, entre otras.
Fredy recorría
el pentagrama entre la nostalgia y la alegría. En su canción Los tiempos de la
cometa evoca aquellos recuerdos que
marcaron su vida, recuerdos que le partían el corazón: “No volverán los tiempos de la cometa / cuando yo niño / brisas pedía a
San Lorenzo / mariposas en La Malena sus casimbas son recuerdos / el profesor
que me pega por llegar tarde al colegio”.
Un lenguaje
sencillo, pero con un tinte de profundidad, se nota en su canción Amor sensible.
En ella el compositor canta a su amada utilizando los componentes que la
naturaleza le ha regalado: “Es un amor
que nació profundo / limpio como se ve la Nevada / de misterio está lleno el
mundo / no sé qué sentirá tu alma / Será sensible como el silencio / que domina
la montaña”.
A pesar de su
juventud, Fredy no fue indiferente a los problemas sociales que agobiaban al
país. En su canción El marginado hay, además de un toque político y de
inconformidad, una clara inclinación
hacia las ideas socialistas: “Buscando
amor, justicia y paz / lo que he encontrado es calamidad / el pueblo exige
cambio social / Colombia quién te lo dará / pa’ que viva tu gente como en
verdad se lo merece / Será el sistema vivido / que luego reformaremos / o tal
vez sea el socialismo / con que a mi patria salvemos”.
El desamor
también sirvió de inspiración al joven patillalero. Después de Los novios surgió Adiós noviazgo, un fiel reflejo de una
ruptura amorosa, del fin de ese bello idilio: “Traigo un canto lastimoso / distinto al que un día canté / le daba
viva a los novios / y al gran amor que en ella encontré / Pero todo ha
terminado / hoy solo queda el triste recuerdo / de un bello y feliz noviazgo /
que se esfumó como humo y el viento”.
La tristeza que
produjo la partida de Fredy inspiró a otros compositores a llenar con notas en dolor mayor el
cancionero vallenato. Tal vez la más sentida de estas canciones fue la que
compuso el maestro Armando Zabaleta y grabara Jorge Oñate con los Hermanos López:
“No voy a Patillal porque me mata la
tristeza / al ver que en ese pueblo / fue donde murió un amigo mío / Era
compositor, como lo es Zabaleta / y era lo más querido de ese caserío” (No
voy a Patillal).
Su primo y amigo
Gustavo Gutiérrez derramó su tristeza en un paseo: “Voces de muerte se oyen / en todita la región / el llanto brilló en
los ojos / tristeza en el corazón / y mientras vibra confusa / la nota de un
acordeón / Fredy Molina se muere / sin sentir ningún dolor”. (El silencio
de Freddy Molina).
El Negro Alejo
Durán le sacó a su pedazo de acordeón una nota tan triste y lastimera como la
que le sacó cuando interpretó Alicia adorada: “Está llorando la Malena, con sentimiento y dolor / porque un hijo de
esta tierra / hoy reposa en el panteón / La tierra patillalera perdió un gran
compositor” (Fredy Molina).
Su muerte no
solo conmocionó a su tierra. El dolor llegó a muchos lugares de Colombia y no
fueron pocas las manifestaciones de
duelo sincero que se escucharon. El Doctor Alfonso López Michelsen en un
telegrama dirigido a los padres del difunto dejó sentir su pesar.
Al año siguiente
de su muerte, para la época del Festival Vallenato, el alcalde de la capital
del Cesar, el Doctor Edgardo Pupo Pupo, en documento oficial manifiesta en su
nombre y el de todo el personal de la alcaldía su profundo dolor por la
ausencia de Fredy Molina en tan importante evento: “Lamentamos no poderlo ver
en esta ocasión y hacemos votos porque su espíritu comparta con nosotros la
alegría del pueblo que lo quiere y lo recuerda”.
En cuarenta años
es mucha el agua que hansacado de las casimbas en la Malena, muchas las
mariposas que han revoloteado adornando con sus colores el aire de Patillal,
muchos los versos que se han cantado, muchos los niños que han llorado sin que la luna haya podido explicar por qué.A
pesar de todo ese tiempo nadie ha olvidado al cantor de la Malena. Aún
advertimos su vacío con pesadez de roca. Sus canciones siguen tan jóvenes como
su rostro en las fotografías que adornan la mesa de la sala de su hermana Olga
en Valledupar.
Afirman los
viejos en Patillal que el color de las mariposas que siguen visitando a la Malena
ya no es igual desde que Fredy les dejó de cantar.Que la luna perdió su brillo
y que la Sierra vive muy triste por la ausencia del poeta del amor sensible.
Agradecimiento
especial a Jesús Guzmán, Olga Molina, Diana Barbosa y Jaime Acuña.
(*) Director y
presentador del programa radial Viaje Latinoamericano. Vigoso@gmail.com
1 comentario:
Gracias.
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