sábado, 7 de noviembre de 2020
lunes, 20 de abril de 2020
domingo, 23 de diciembre de 2018
viernes, 24 de agosto de 2018
Borges y Los Beatles
BORGES Y LOS BEATLES.
"Sé que a usted, en general, no le interesa la música. Pero los Beatles son grandes músicos", le dijo Sabato a Borges el 21 de diciembre de 1974, durante una de las conversaciones recopiladas en Diálogos. Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato . "Creo que sí. Mi sobrino me dijo una vez: vas a oír un disco. Lo oí y quedé muy enternecido. Eran los Beatles", cuenta Borges, para sorpresa de su interlocutor y de quienes jamás hubieran sospechado que el gusto borgeano por la cultura anglosajona tenía un rincón para el rock'n roll .
sábado, 19 de mayo de 2018
HOMENAJE A JOHN GRES EN EL VIAJE.
El programa radial Viaje Latinoamericano rinde homenaje al locutor John Gres con un especial en donde sonarán muchos de los poemas que grabó con su voz.
La cita con Gres y los poemas es el domingo 20 de mayo a partir de las 9 de la mañana (hora de Colombia) por Uniautónoma FM Estéreo 94.1 en Barranquilla.
Por aquí también lo pueden escuchar http://www.radios.com.co/cultural-barranquilla/
martes, 13 de febrero de 2018
Confesiones
de un micrófono
Hace unos días,
encontrándome en un estudio de grabación en las primeras horas de la mañana, oí
un ruido extraño, como de alguien que se quejara; como quiera que estaba solo
en aquel sitio, comencé a buscar de dónde partían los gemidos. Después de mucho
buscar, me quedé sorprendido al ver que los lamentos partían de un micrófono
que se encontraba allí. Con natural curiosidad me acerqué a interpelarle. A mis
preguntas el micrófono me confesó que se encontraba harto de que abusaran tanto
de su nobleza, sobre todo porque era un ser indefenso. Me dijo: “Todos abusan
de mí porque me ven pequeño y saben que me tengo que tragar todo lo que digan,
echándome el aliento, que no siempre huele a rosas…”
Cuántos animadores, que
dicen que lo son, babosean ante mí,
gesticulando de una manera rarísima y queriendo hacer gracia al auditorio con
unas palabras sin gusto a costa del concursante que sube al escenario con la
esperanza de ganarse cualquier premio.
Locutores tengo ante mí al
cabo del día y la noche de los cuales ni los dientes se lavan: salvo muy
honrosas excepciones. Los hay muy malos, que escupen palabras irrespetuosas
hacia sus oyentes, chistes vulgares. Que no hablan, gritan. Con nada de modulación como lo exigen las
normas elementales de la locución. Ay, para mí es una tortura tener que
soportarlos. No entiendo cómo hay personas que los escuchan. No, y qué decir de
aquellos locutores que se creen cantantes y cortan las canciones originales
para ellos, en una espantosa desafinación, interpretarlas. No les da pena.
De cantantes no hablemos:
los hay que no tienen de eso ni el nombre y que ni siquiera tienen cuadratura
musical. Vienen a ponerse ante mí
muchos extranjeros que
tienen gran fama; sin embargo, por mi intermedio han oído a muchos colombianos
que son muy buenos pero que hoy en día se ven desplazados por una ola de esnobismo
que no sé a dónde nos llevará.
Cuántos locutores de
comerciales graban ante mí y la verdad es que están para mandarlos a vender
plátanos en el mercado. Si yo pudiera les diría que se dedicaran a otra cosa.
Empero, escucho a otros muy buenos que, las más de las veces, se encuentran sin
trabajo, mientras que los malos a que me refiero lo tienen a causa del
favoritismo.
Y cuántos locutores y
comentaristas deportivos me ensordecen con sus gritos y casi me destemplan y me
hacen distorsionar. De todo esto seguiría hablando, pero ahora va a venir el
técnico para llevarme de aquí y si me oye en el uso de la palabra es probable
que me archiven por inservible porque dirá que tengo “hum”…
Y eso fue lo que me confesó
un micrófono, lamentándose de su mala suerte, una mañana que me encontraba solo
en un estudio de grabación. #DiaMundialDeLaRadio
martes, 6 de febrero de 2018
lunes, 1 de enero de 2018
sábado, 18 de noviembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
The Beatles
Los Beatles
Por Gabriel García Márquez
Así es: la única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de los Beatles. Cada quien por motivos distintos, desde luego, y con un dolor distinto, como ocurre siempre con la poesía. Yo no olvidare aquel día memorable de 1963, en México, cuando oí por primera vez de un modo consciente una canción de los Beatles. A partir de entonces descubrí que el universo estaba contaminado por ellos. En nuestra casa de San Angel, donde apenas si teníamos donde sentarnos, había solo dos discos: una selección de preludios de Debussy y el primer disco de los Beatles.
Por toda la ciudad, a toda hora, se escuchaba un grito de muchedumbres; "Help, I need somebody”. Alguien volvió a plantear por esa época el viejo tema de que los músicos mejores son los de la segunda letra del catálogo: Bach, Beethoven, Brahms y Bartok. Alguien volvió a decir la misma tontería de siempre: que se incluyera a Bosart. Alvaro Mutis, que como todo gran erudito de la música tiene una debilidad irremediable por los ladrillos sinfónicos, insistía en incluir a Bruckner. Otro trataba de repetir otra vez la batalla a favor de Berlioz, que yo libraba en contra porque no podía superar la superstición de que es oiseau de malheur, es decir, pájaro de mal agüero. En cambio, me empeñe, desde entonces, en incluir a los Beatles. Emilio García Riera, que estaba de acuerdo conmigo y que es un critico e historiador de cine con una lucidez un poco sobrenatural, sobre todo después del segundo trago, me dijo por esos días: “Oigo a los Beatles con un cierto miedo, porque siento que me voy a acordar de ellos por todo el resto de mi vida”. Es el único caso que conozco de alguien con bastante clarividencia para darse cuenta de que estaba viviendo el nacimiento de sus nostalgias. Uno entraba entonces en el estudio de Carlos Fuentes, y lo encontraba escribiendo a maquina con un solo dedo de una sola mano, como lo ha hecho siempre, en medio de una densa nube de humo y aislado de los horrores del universo con la música de los Beatles a todo volumen.
Esta tarde, pensando todo esto frente a una ventana lúgubre donde cae la nieve, con mas de cincuenta años encima y todavía sin saber muy bien quien soy, ni que carajos hago aquí, tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambio entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inicio la liberación del sexo y otras drogas para soñar.
Fueron los años fragorosos de la guerra de Vietnam y la rebelión universitaria. Pero, sobre todo, fue el duro aprendizaje de una relación distinta entre los padres e hijos, el principio de un nuevo dialogo entre ellos que había parecido imposible durante siglos.
En 16 de Diciembre de 1980 (Extractado de Notas de prensa 1980 – 1984)
viernes, 10 de noviembre de 2017
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